8 de febrero de 2014

Lapidando un rato a Julian

En esa pequeña maravilla llamada El Arte (Conversaciones imaginarias con mi madre), Juanjo Sáez escribe: “Leí una entrevista con Julian Schnabel, artista y director de cine (sus cuadros son un bodrio y las películas pueden pasar). Decía, para hacerse el importante, que él empezó a dibujar a los 5 años, ¡Como si hubiera sido un niño superdotado! ¡Qué farsante! Todos dibujamos cuando somos niños y después unos lo dejan y otros no.” Subscribo todo lo dicho por Sáez y, tras ver Basquiat (1996), me pregunto si hay otro caso en la historia del cine en que un cineasta se incluya así mismo como personaje de la trama. Schnabel se cambia el nombre y le pone la cara de Gary Oldman pero uno se queda a cuadros ante tal ejercicio de ombliguismo. Pero me contesto yo solito al reconocer que eso mismo lo hace un dibujante, como lo puedan hacer un Ibáñez, un Toriyama o el propio Sáez, y el rollo autorreferencial lo recibo como simpático giño. Como decía el gran Lluís Marco al final de Dinamita: Reflexione'm-hi, si us plau, reflexione'm-hi.