1 de septiembre de 2014

Las tres eses

Todo lo que tragas será consecuencia de la imposible relación entre las artes y esa asquerosa base católica impregnada en nuestro adn español. Se quitan la máscara y les oigo a quilómetros: El trabajo no puede conllevar placer. El trabajo deberá ser sinónimo de sacrificio, sufrimiento y sudor. A poder ser todo a la vez. Nunca puedes disfrutar con tu trabajo ni dar señales de ello. De lo contrario lo tuyo no es un trabajo. El creativo no se levanta a las seis ni curra ocho horas ni aguanta a mi jefe, por lo tanto ni sufre ni se sacrifica ni suda ni nada, por lo tanto: Si te gusta dibujar hazme una caricatura de toda la familia, en color por favor. Si eres diseñador gráfico márcate un cartel y ya de paso un tríptico con letras guapas. Si tienes un grupo musical te doy la increíble oportunidad de promocionarte en mi bar. Hazme una página web de mi negocio que a ti se te dan bien los ordenadores. Píntame la persiana de mi tienda con uno de tus grafitis que así te conocerán más. Móntame un par de vídeos de mi hijo como si fuera un videoclip, seguro que sabes cómo. Me corre un poco de prisa, eh? Y como no hagas nada de eso gratis que sepas que eres un desagradecido cerdo capitalista al que no saludaré más por la calle, ¿Cómo se te ocurre pretender cobrar (por tu trabajo)?. En todo caso ahorra un poco, ármate de paciencia, cómprate un chaleco anti-balas y simpatiza con La Roux.